Rabanero ha sido el gran protagonista del último encierro de los sanfermines. El toro colorado de los Miura ha perdido contacto con el resto de la manada tras resbalar en la calle Mercaderes. Por delante, el grupo compacto ha realizado una carrera muy veloz y limpia, en la línea de todas las fiestas.

Sin embargo, un toro solo siempre es más peligroso. En el inicio de la Estafeta un joven ha salido disparado de la pared derecha y el toro lo ha arrollado, con una cogida en la pierna izquierda. El otro momento de peligro se ha producido en la recta final, en Telefónica, cuando el mismo astado ha herido a otros dos jóvenes.

Un cuarto corredor también ha sido trasladado al hospital con diversas contusiones.

Con multitud de corredores en las calles, al coincidir el último día de fiestas en domingo, la manada ha abandonado los corrales de Santo Domingo, agrupada y encabezada por los cabestros.

La torada ha superado la cuesta agrupada y veloz y de esa forma ha continuado por la plaza Consistorial y se ha dirigido a Mercaderes donde han resbalado un toro negro y el colorado, que en ese momento ha quedado separado de sus hermanos, si bien no ha sido hasta la Estafeta cuando ha quedado definitivamente rezagado.

Los astados han superado la curva de Estafeta sin llegar a caer, golpeando contra la pared y con caídas de algunos mozos, lo que no ha ralentizado su velocidad.

En esta calle, donde se han visto carreras muy apretadas entre los numerosos corredores que se han dado cita esta mañana, se han vivido algunos de los momentos más peligrosos de la carrera al ser corneado uno de los corredores.

Igualmente impactantes han sido las imágenes que se han podido ver en el tramo de Telefónica donde han sido corneados otros dos corredores.

Los cinco toros y los cabestros que iban en cabeza han alcanzado el coso pamplonés en unos dos minutos, es decir a una gran velocidad. Tras ellos, el toro colorado que se había distanciado y que a diferencia de los primeros se ha resistido a entrar en chiqueros lo que ha obligado a intervenir a los doblares ante las imprudencias de algunos corredores.