Pello Guerra

El claustro de la catedral de Iruñea, visto a pie de obra

Observar de cerca gárgolas, esculturas y claves de bóveda es uno de los grandes atractivos que ofrecen las visitas que se llevan a cabo los domingos en la catedral de Iruñea para mostrar al público el desarrollo de los trabajos de restauración del claustro de la seo.

Las obras en el claustro de la catedral de Iruñea se prolongarán hasta 2020. (FOTOGRAFÍAS: Pello GUERRA)
Las obras en el claustro de la catedral de Iruñea se prolongarán hasta 2020. (FOTOGRAFÍAS: Pello GUERRA)

El punto de encuentro está ante el número 26 de la calle Dormitalería. Tras pasar lista de las personas apuntadas para la correspondiente visita, se accede al interior de la catedral, donde es necesario ponerse una redecilla y un casco para poder visitar el claustro.

A continuación, el grupo se reúne en el patio interior, donde los andamios se agolpan en la hierba y en un lateral, mientras otros dos, conocidos como pandas, muestran unas redecillas que cubren las bonitas filigranas en piedra. A la vista de los visitantes se ofrece el claustro levantado entre finales del siglo XIII y mediados del XIV, y que está considerado como uno de los mejores ejemplos de claustro gótico de toda Europa.



Los trabajos comenzaron el año pasado y se prolongarán hasta 2020 con un presupuesto cercano a los cuatro millones de euros, cantidad que es aportada por las fundaciones Caixa y Caja Navarra (56% del total), el Gobierno de Nafarroa (33%) y el Arzobispado de Iruñea (11%).

La restauración ha venido motivada por el preocupante estado que presentaba el claustro. Expuesto al inclemente clima iruindarra, la abundante lluvia ha afectado seriamente a la piedra del conjunto, hasta el extremo de que en algunos puntos se deshace en arenilla al mínimo contacto.



Los trabajos se iniciaron en la panda o lateral norte y su restauración se encuentra ya muy avanzada. Por ese motivo ya no tiene andamios, así que la ascensión hacia los diferentes niveles para contemplar los trabajos se hace por la estructura instalada en el frente este.

A medida que se sube por las escaleras, se empiezan a contemplar los trabajos de restauración, donde surgen varias sorpresas. Una de ellas consiste en descubrir que no es la primera vez que el claustro requiere de una restauración y que en anteriores ocasiones se llegó a utilizar la madera para sustituir a la piedra desaparecida por el paso del tiempo.



Ese material más barato, bien camuflado para simular la piedra como un trampantojo, resulta inapreciable y da el pego. Algo parecido, salvando las distancias, se está realizando actualmente para reforzar las piedras de los contrafuertes al recurrir a unas grapas de metal que se recubren con una masa a modo de ‘empaste’ con el que proteger la piedra.

La presencia de los andamios permite contemplar a escasos centímetros los decorados capiteles del claustro, en los que se representan escenas sacras y cotidianas.



En el siguiente nivel ya aparecen las gárgolas. En el lateral norte se han conservado dos originales, aunque están algo deterioradas, y se han incorporado otras nuevas realizadas por un artesano. Todas representan a animales reales, como un jabalí, una oveja o un perro. En cambio, en la panda este, las gárgolas representan a seres fantásticos y, a diferencia de las anteriores, sí que tienen en su interior un canal por el que evacuar el agua del tejado del claustro.

En el tercer nivel de ascensión ya aparecen los pináculos del claustro, donde también se aprecia en toda su esencia el devastador efecto del paso del agua durante siglos en la piedra del conjunto. Para intentar remediar ese problema, se está aplicando una sustancia que se comporta como un ‘goretex’, ya que, por un lado, frena la entrada exterior de agua a la piedra y llega a ‘transpirar’ la humedad que puede llegar a introducirse.

En el último piso se encuentra el sobreclaustro, lugar de esparcimiento para los canónigos de la catedral. De hecho, los religiosos utilizaban las piedras de la balaustrada para trazar improvisados tableros para juegos como el Tres en raya o el ajedrez. Incluso una esquina de ese espacio debía de ser utilizado como frontón.

El grupo desciende para subir por otros andamios en el interior del claustro. En ese lugar se puede apreciar los trabajos de restauración en diferentes esculturas. En el grupo que representa la Epifanía, de nuevo aparece el truco de la madera para suplir las partes de piedra perdidas por el paso del tiempo. Y el equipo de restauración ha dejado los rostros de la Virgen y el niño Jesús con la mitad restaurada y el resto no para apreciar los trabajos realizados.



En el piso superior, se puede contemplar los trabajos que se están llevando a cabo en el sepulcro de los Garro. Por un lado, es posible apreciar la limpieza que se está realizando a varias esculturas que han sido retiradas del conjunto y que descansan sobre una mesa.

Y ya en la parte superior, surgen ante el visitante varias claves de bóveda. Como en el caso de las esculturas del sepulcro de los Garro, también se conserva la colorista policromía de las claves, lo que ofrece en toda su dimensión cómo eran realmente los conjuntos escultóricos del gótico. Resulta muy interesante observar hasta el más mínimo detalle de unas obras que, sin los andamios, quedarían a varios metros del suelo.



Con la contemplación de este espacio finaliza la visita, que la guía anima a realizar más adelante, ya que entonces se podrá contemplar a vista de obra otros puntos del claustro.

Acudir a una de estas visitas tan solo requiere el trámite de inscribirse con antelación en una página web. Las visitas tienen lugar los domingos hasta final de año, son gratuitas y se realizan en tres horarios: a las 10, a las 11 y a las 12 horas; con una duración aproximada de una hora.

Los asistentes deben ser mayores de 14 años, no tener problemas de movilidad y acudir con calzado cómodo y plano, ya que el recorrido discurre por los andamios de obra, unas estructuras que permiten contemplar los detalles de una obra única en Europa.