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García Vilanova: «La gente tenía tres opciones: morir, huir o unirse a un grupo extremista»

El fotoperiodista Ricardo García Vilanova se encuentra en Iruñea mostrando a escolares su trabajo sobre la guerra contra el Estado Islámico. Las imágenes del reportero abarcan seis años del conflicto en Siria. Su presencia en la capital navarra responde a la inciativa Escuelas con Memoria, que impulsa la Dirección General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos.

Ricardo García Vilanova, en la exposición. (Iñigo URIZ/ARGAZKIPRESS)
Ricardo García Vilanova, en la exposición. (Iñigo URIZ/ARGAZKIPRESS)

Más de un millar de alumnos navarros se asomarán estos días a la cruda realidad de la guerra en Siria. Su guía en ese baño de realidad es uno de los fotoperiodistas más comprometidos en contar lo que está pasando y que fue víctima de un secuestro por parte de fundamentalistas durante 194 días, junto con el corresponsal Javier Espinosa. «La seguridad para los periodistas en las guerras no existe, es aleatoria. La propia guerra es el caos», sostiene. Las imágenes que ha traído consigo a Iruñea relatan la derrota militar del Estado Islámico en lo que fue su califato.

«Hace solo días que se ha declarado que el Estado Islámico ha sido derrotado en el territorio que controlaba en Siria e Irak. Han perdido ese territorio, eso es así», explica García Vilanova. No obstante, sostiene que eso no indica que el ISIS esté acabado, sino que probablemente se transformará. «Van a intentar recuperar el protagonismo perdido dando más importancia a las acciones de tipo terrorista», augura.

A lo largo de estos seis años en los que ha trabajado en Siria, García Vilanova ha percibido en la población siria «una profunda decepción». A su entender, esta decepción comenzó con «la desafección de la Liga Árabe y la Comunidad Internacional en el inicio del conflicto, a diferencia de lo que ocurrió con Libia, donde se intervino rápidamente porque había petróleo».

En los primeros compases de la guerra en Siria, los alazados «abrazaron la idea de una reacción rápida externa». Al menos, confiaban en que se hubiera intervenido para crear una zona neutra o un cordón para proteger a la población civil y dejarla salvo. Pero nada de eso ocurrió. «De forma muy esquematizada, esta inacción provocó que determinados grupos yihadistas viraran hacia el extremismo y tuvieran un gran protagonismo al final del conflicto con un control de una parte importante del país, desafortunadamente», concluye el reportero.

«La gente tenía tres opciones: morir, huir o adherirse a un grupo extremista, porque eran los únicos que luchaban contra el régimen. Y eso, a pesar de que la revolución, al principio, no era así. Al principio, eran chiítas, armenios, kurdos, cristianos... y todos unidos luchando contra un enemigo común», recuerda. Aquel primer conflicto derivó «en un año y medio así» en una guerra sectaria que aún colea.

Y sobre este escenario de caos, otros países jugaron su particular ajedrez. « No se salvaguardó a la población. En lugar de eso, cada país persiguió sus propios intereses. Los rusos tenían su base en Tartús, Hizbulá y Líbano participaron por estar interconectados con Siria, Israel buscó siempre la destrucción del Estado, China estaba aliada con Rusia, a Turquía le interesaba esta guerra porque afectaba a los kurdos, Qatar y Arabia financiaron distintos grupos...», va enumerando. «En ningún caso la actuación internacional ha sido algo organizado y consensuado –continúa–. En los organismos internacionales unos se han vetado resoluciones a otros. cada uno persiguió sus fines». En la recta final García Vilanova ha visto a franceses y americanos luchando sobre el terreno. «Todo esto ha sucedido porque había Estado Islámico. Había de nuevo un enemigo común. Pienso que ese enemigo común llegó tarde. Ni siquiera Obama, que lo había prometido, actuó cuando se emplearon armas químicas. Si desaparece el enemigo común no sé qué va a pasar».


Fractura social
«La gente cree que vas a una guerra y está todo el rato la gente disparando. Nada más lejos de la realidad. El 80% del tiempo estás esperando. En una misma zona puede ser que un día haya una acción tremendamente salvaje y que los siguientes días no pase absolutamente nada. Hay picos de violencia. Pero en definitiva, todo es aleatorio», narra el fotógrafo. Esta aleatoriedad y el caos que conlleva la guerra, según García Vilanova, se extiende a todos los niveles, incluso al personal. «No sirven los patrones, no hay ninguna agenda con lo que sucederá en los siguientes segundos, minutos, horas o días».

García Vilanova cree que la brecha entre la sociedad occidental y las sociedades islámicas se está agrandando. «En 50 o 100 años, quizá estemos otra vez en las cruzadas», augura con tristeza. «La separación cultural religiosa y política cada vez es mayor. Y la quiebra ya se ha dado», explica. «Vete a Barcelona, ponte traje y corbata, y deja una maleta en el Metro. Seguramente, la gente te llamará y te avisará de que te la has olvidado. Después, haz lo mismo pero llevando barba larga y sin bigote, ya verás qué hace la gente entonces. Esa paranoia, esa fractura, existe y cada vez se va incrementando».

Ya entrando en la situación geopolítica de Oriente Medio, el fotógrafo manifiesta que «no pinta bien». Solo ve un beneficiado de la cadena de conflictos de los últimos años: Israel. «Ha conseguido anular a todos los países enemigos colindantes alrededor suyo». Y, de todos ellos, según García Vilanova, precisamente el que más le preocupaba era Siria.