Iñaki Vigor

Los sanfermines retrasaron las últimas ejecuciones por garrote vil en Iruñea, hace 60 años

El día 9 de julio de 1957 iban a ser ejecutados dos hermanos de Miranda que habían matado a sus padres y a otro hermano por una cuestión de herencias. La celebración de los sanfermines hizo que las ejecuciones fuesen retrasadas hasta el día 23 del mismo mes. Fueron las últimas muertes por garrote vil en Iruñea.

La ejecución de los dos hermanos de Miranda tuvo lugar en el patio de la antigua cárcel de Iruñea
La ejecución de los dos hermanos de Miranda tuvo lugar en el patio de la antigua cárcel de Iruñea

Uno de los crímenes más truculentos de la crónica negra de Nafarroa se produjo en otoño de 1955 en la localidad de Miranda. José Celaya y Trinidad Pardo comunicaron a sus cuatro hijos, todos ellos labradores, que dejaban las tierras solo a uno de ellos, de 28 años de edad y llamado Domingo. La decisión no fue aceptada por los otros tres hermanos, y acabó en una tragedia espeluznante.

Según cuentan las crónicas, el día 6 de noviembre acudieron a un bar del pueblo los hermanos Cirilo Javier y José María, de 36 y 23 años respectivamente, quienes no cruzaron ni palabra con Domingo. Este se dirigió de madrugada a casa de sus padres y fue seguido por los otros dos, que penetraron en la casa familiar por la cuadra, donde cogieron una barra de hierro y un mango de azada.

Poco después entraron en la habitación de Domingo y le dieron un garrotazo en la cabeza. Al oír los ruidos, los padres se presentaron en la habitación y comenzó una fuerte discusión. Domingo logró escapar a la calle, fue perseguido por sus dos hermanos y, al no encontrar refugio en ningún lado, regresó a la casa y se encerró con sus padres en la habitación.

Cirilo Javier y José María forzaron la puerta y mataron a golpes a los tres, entregándose después a la Guardia Civil y argumentando que había sido una riña familiar. El cuarto hermano, que cumplía la mili en Iruñea, fue detenido por los agentes.

El juicio se celebró el 26 de mayo de 1956 en la Audiencia Provincial de Iruñea en medio de una gran expectación. Cirilo Javier y José María fueron condenados a tres penas de muerte por dos delitos de parricidio y otro de asesinato, siendo absuelto el hermano que no participó en los hechos.

La sentencia fue recurrida al Tribunal Supremo, y también hubo súplicas al jefe del Estado, Francisco Franco, para que conmutara las penas de muerte por cadenas perpetuas. Todo fue inútil.

La ejecución de los dos hermanos se anunció para el día 9 de julio de 1957 en Iruñea, en plenos sanfermines, pero finalmente se retrasó al 23 del mismo mes para que no coincidiera con las fiestas. Además, parece ser que fue el propio verdugo quien pidió el aplazamiento, porque también trabajaba como feriante durante los sanfermines.

En el patio de la prisión de Iruñea
La ejecución de los dos hermanos se llevó a cabo a las 6.30 de la mañana del 23 de julio de 1957 en el patio de la Prisión Provincial de Iruñea, ante un grupo de unas diez personas. El método elegido para ejecutarles fue el garrote vil, consistente en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en bola, que al ser girado por el verdugo causaba la rotura del cuello del reo.

El adejetivo ‘vil’ deriva de la época medieval, ya que este sistema de ejecución se aplicaba a los villanos o miembros de la plebe, mientras que los nobles eran decapitados con espada. Los españoles utilizaron el garrote vil durante la conquista de América, y su uso se generalizó a lo largo del siglo XIX debido a la facilidad de su fabricación por parte de cualquier herrero.

El garrote vil tenía el inconveniente de que, si no se aplicaba bien, el reo no moría de forma instantánea y padecía grandes sufrimientos. Es lo que le ocurrió a José María Celaya, que tardó cuatro minutos en morir porque el verdugo no acertaba con la rosca del garrote. Su hermano Cirilo Javier tuvo que esperar cinco eternos minutos para que arreglaran el artilugio antes de que se lo aplicasen a él.

Los dos hermanos de Miranda fueron los últimos ejecutados en Iruñea por este método, que continuó utilizándose en el resto del Estado durante 17 años más. El anarquista catalán Salvador Puig Antich fue el último preso político en morir por garrote vil. Era el 2 de marzo de 1974, y la dictadura franquista daba sus últimos coletazos.