Ramon Sola

13 partidos, un sentido

La realidad se impone hasta para los menos realistas. Tras dos meses dilapidando tiempo y dinero, la única compensación que el club le puede dar a una afición increíble (13.500 para el enésimo esperpento ante el Villarreal) es dar un sentido a los trece partidos que restan, o al menos a los seis de casa.

Osasuna ofreció una vez más una pobre imagen en El Sadar. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)
Osasuna ofreció una vez más una pobre imagen en El Sadar. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)

Eibar, Athletic, Leganés, Sporting, Deportivo y Granada. Dos derbis para dar nivel y cuatro partidos para ejercer de juez del descenso (o sea, para decantar con quién preferimos competir el año que viene en Segunda, lo que no deja de tener su morbillo). A eso se ha reducido el trimestre que falta. Hasta los más entusiastas del «Osasuna nunca se rinde» han tirado la toalla tras el 1-4 del Villarreal, pese a que el descenso era un escenario más que real  desde A Coruña y el paréntesis navideño. Y sí, cierto, de acuerdo, Osasuna nunca se rinde, pero eso hoy no significa pelearse contra el imposible de la cruda realidad del fútbol y las matemáticas, sino poner ya los cimientos para el retorno. 2020, el centenario, el que dice Martín que era el plan A, es un horizonte más que válido.

Quizás ni merezca echar la vista atrás, porque la lista de desmanes deportivos de junio a aquí es tan larga que daría para una enciclopedia: empieza en el regalo de Mikel Merino (demoledor el dato de que Osasuna solo ha ganado un partido sin él en temporada y media, ¡temporada y media!) y acaba en la contratación de dos jugadores sin nivel para Primera y de vuelta del extrarradio futbolístico como Vujadinovic (China) y Raoul Loé (Qatar). Lo evidente es que quienes se han equivocado tanto deben dejar de decidir cuanto antes. Si no se van ya, concedámosles el beneficio de la duda, habrá que pensar cómo echarlos.

Y a partir de ahí, motivos para volver a soñar no faltan, aunque el capital humano acumulado por Martín hoy tenga el valor por los suelos. Trece partidos para recuperar, bien con juego o con descanso, a Torres, Oier, Berenguer o David Garcia, desconocidos; para hacer un casting en la portería (Nauzet, Mario, Juan Pérez, Álvaro…); para bregar a Aitor Buñuel, Olavide y Otegi; para probar a promesas como Kike Barja, Miguel Díaz o Endika Galarza; para disfrutar con el juvenil que va a ganar su grupo con solvencia ante Athletic, Real y Alavés; y para pensar quién se va a sentar en el banquillo con un proyecto de ascenso en tres años, por ejemplo.

Un sentido, en definitiva. No creo que la hinchada pida mucho más, pero tampoco mucho menos.