Iñaki Vigor

Un ascensor convertido en sala de arte

La sala de arte más pequeña de Iruñea ocupa menos de dos metros cuadrados y no figura en ninguna guía de la ciudad. Es una sala prácticamente desconocida, aunque el autor de los dibujos que en ella aparecen es uno de los artistas navarros más conocidos en el ámbito internacional.

Algunos de los dibujos que decoran el ascensor. (FOTOGRAFÍAS: Iñaki VIGOR)
Algunos de los dibujos que decoran el ascensor. (FOTOGRAFÍAS: Iñaki VIGOR)

Para visitar esta sala hay que montarse en el ascensor de un piso del Paseo de Sarasate. Es un ascensor cubierto de los típicos tablones de madera de ocumen, unos tablones que se utilizan habitualmente como protectores cuando se realizan obras y que, en esta ocasión, han servido también como soporte artístico.

El ascensor tarda menos de medio minuto en subir desde el portal hasta el ático del edificio, tiempo suficiente para que, en un ti-ta, el autor desenfunde su rotulador y dé rienda suelta a su incontenible imaginación.



Como en el caso del gran Banksy, casi nadie ha sido testigo de su obra. Este artista callejero británico ha dejado muestras de su genialidad por medio mundo, y todavía no está clara su identidad. En cambio, nuestro particular ‘Banksy’ es mundialmente conocido. Basta observar el estilo inconfundible de las figuras que aparecen en el ascensor para saber de quién se trata.

Son figuras de animales, simpáticas y festivas, que adornan  camisetas y tazas vendidas por medio planeta. Entre todas ellas destaca ‘Testis’, el toro sanferminero con un pañuelico rojo atado al cuello. Su nombre no precisa explicación, como tampoco es necesario explicar por qué a la vaca ‘Tetis’ le bautizaron así. Junto a ellos aparecen ovejitas, lobos, perros, ranas, osos y otras especies que forman parte del universo que ha ido pariendo su creador a lo largo de décadas.



Tampoco hace falta explicar que el usuario habitual de ese ascensor es Mikel Urmeneta, a quien un juez prohibió utilizar las figuras que él mismo sacó de su chistera mágica. «En el ascensor hacía dibujos a toda hostia, sólo en lo que duraba el trayecto. Hace dos días algún gracioso lo ha medio jodido», lamenta este iruindarra.

A su juicio, la minisala del ascensor del Paseo de Sarasate «estaba bien, porque los vecinos interactuaban como en un wc de un bareto». Sin embargo, alguien armado de un rotulador más grueso que el suyo ha intentado fastidiarle su coqueta obra. Todo el mundo tiene derecho a expresarse, incluso sobre una obra ajena, pero es de agradecer que se haga de forma creativa y no destructiva. Para hacer dos trazos en forma de aspa, valemos cualquiera.